¿Contra qué nos enfrentamos?
Traducción al español de “What we are up against” de Julia Steinberger, realizada por Yaku Fernandez-Landa.
Exponer la historia secreta de cómo se gestó la crisis climática debe cambiar todo sobre cómo actuamos para detenerla.
Una revuelta en diez capítulos:
- La causa. Sabemos que la crisis climática llega a nosotros traída por sistemas económicos altamente desiguales y no democráticos.
- El ascenso. La historia reciente de estos sistemas económicos, en las Américas y en Eurasia, está dominada por el ascenso de la ideología neoliberal.
- La amenaza. La ideología neoliberal es antidemocrática en esencia. Su objetivo es el de dar rienda suelta sobre nuestras sociedades a las corporaciones, no a los ciudadanos.
- Los impulsores. La industria de combustible fósil es un promotor de larga data, así como beneficiario, de la toma neoliberal de nuestras sociedades.
- La coordinación. La organización de esta toma no es improvisada: está coordinada por think tanks, lobbies, empresas de asesoría legal y relaciones públicas. Estas, a su vez, están coordinadas internacionalmente, por ejemplo, a través de Atlas Network, el cual está ligado a más de quinientos think tanks alrededor del mundo.
- El crecimiento. Estos think tanks forman a sus cuadros internamente y los promueven en posiciones de influencia tanto en política como en comunicaciones.
- El mensaje. Estos think tanks replican sus contenidos y estrategias a nivel mundial. Envenenan nuestra esfera pública en formas que van desde abogar por políticas económicas neoliberales brutalmente desiguales, hasta promover la negación de la ciencia climática. También se adentran en temas divisorios de guerra cultural, sobre género (igualdad de derechos para las mujeres, y los derechos queer y trans), raza o migración.
- La influencia. Un objetivo esencial de estas organizaciones es reemplazar los conocimientos de la investigación universitaria por sus propios contenidos, influyendo en aquellos que influyen, teniendo como objetivo a los profesores y periodistas.
- La implicancia. Para contrarrestar tales actores centralizados y coordinados, el movimiento climático (así como todos los movimientos atacados por el neoliberalismo) deben cambiar radicalmente, tanto en orientación como en estrategia.
- La dirección. La democracia, el temible enemigo del neoliberalismo, debe estar en el corazón de nuestra nueva dirección.
Un par de advertencias antes de empezar.
- Este ensayo es corto (en comparación con su alcance) con el objetivo de facilitar su lectura por tanta gente como sea posible. No se trata de brindar un tono académico, sino más bien de ofrecer un tono casual. Ciertas imprecisiones son inevitables.
- Sin embargo, voy a citar y enlazar los principales trabajos e ideas sobre los que me baso, de tal modo que las personas puedan revisar, verificar y corregir mis propios argumentos.
- No soy una experta en la mayoría de los temas que voy a tratar aquí. Mi compromiso es que esto sea un documento vivo: si necesito corregirlo, habrán actualizaciones.
Empecemos.
Capítulo 1. La causa
La crisis climática llega a nosotros traída por sistemas económicos altamente desiguales y no democráticos.
Esto ha sido estudiado una y otra vez por lo que solo repetiré los principales puntos: la crisis climática es una crisis de acumulación de riqueza. Los más ricos emiten la mayor parte de las emisiones globales de CO2, mientras poseen y se benefician de la industria de los combustibles fósiles y sus aliados.
En este sistema económico, el crecimiento económico va hacia los más ricos, lo que exacerba las crisis de desigualdad tanto social como climática. Los más ricos se vuelven incluso más ricos y poderosos: tan poderosos como para mantener nuestras economías continuamente dependientes del combustible fósil, pese al daño social, económico, de salud y, por supuesto, planetario que esta dependencia causa. La dependencia del combustible fósil se impone sobre nosotros por medio de mecanismos no democráticos, que van desde imponer la dependencia de coches a través de planificación urbana ineficiente y segregada, hasta acuerdos internacionales de comercio que protegen los beneficios de la industria fósil (como el Tratado de la Carta de la Energía). Esta interferencia desigual y antidemocrática de la industria fósil en nuestras sociedades lleva más de un siglo, y se origina con el Standard Oil de Rockefeller, hoy ExxonMobil.
Capítulo 2. El ascenso.
La historia reciente de estos sistemas económicos, en las Américas y en Eurasia, está dominada por el ascenso de la ideología neoliberal
El neoliberalismo fue la creación de la sociedad Mont Pélerin , una pandilla de economistas que buscaban golpear la (relativa) estabilidad igualitaria de la economía Keynesiana. En los años 50, se reunieron bajo el liderazgo de Friedrich Hayek, para idear el contorno de un programa económico donde las corporaciones pudieran estar libres de la tiranía de las responsabilidades sociales básicas.
Aunque el neoliberalismo se escudaba públicamente bajo el manto de “la libertad de mercado como base de todas las libertades”, es realmente importante entender que el tipo de libertad que promueve es la libertad sólo para los productores (es decir, las empresas privadas y los dueños del capital), y no para algún otro actor económico. No para los trabajadores, no para los consumidores, no para los ciudadanos, no para las comunidades. El objetivo es que los productores dispongan de todo el poder y el margen de acción, al tiempo que se restringe la capacidad de otros actores para reunirse y realizar cualquier tipo de demanda o cambios económicos.
Capítulo 3. La amenaza
La ideología neoliberal es antidemocrática en esencia. Su objetivo es el de dar rienda suelta sobre nuestras sociedades a las corporaciones, no a los ciudadanos.
Esta es la parte del ensayo que probablemente sea más contra intuitiva. Mucha gente, incluida aquellas que son políticamente activas en esferas liberales y neoliberales, se consideran a sí mismas pro-democracia, al tiempo que defienden las libertades de mercado. Y muchos en la izquierda, incluida yo misma, consideramos que el neoliberalismo estaba obsesionado con el libre mercado, en detrimento de la democracia. Pero esa comprensión invierte la relación causa-efecto en el neoliberalismo.
Como Wendy Brown magistralmente cuenta en su épico libro “En las ruinas del Neoliberalismo”, el edificio neoliberal de Hayek empieza, desde su fundación, con una determinación a destruir la sociedad, y la democracia, entendida como la habilidad del pueblo para hacer demandas comunes acerca de sus objetivos y aspiraciones. La imposición del absolutismo de mercado es meramente un medio para un fin: el objetivo es la destrucción de la democracia. Otra vez, entiendo si esto suena extraño, pero es cierto. En las palabras propias de Hayek, citado por Brown:
Cuanto más se vea que la posición de los individuos o grupos depende de las acciones del gobierno, más insistirán en que los gobiernos apunten a algún esquema reconocible de justicia distributiva; y cuanto más intenten los gobiernos realizar algún patrón preconcebido de distribución deseable, más deberán someter la posición de los diferentes individuos y grupos a su control. Mientras la creencia en la “justicia social” gobierne la acción política, este proceso deberá acercarse progresivamente cada vez más a un sistema totalitario.
En la visión del mundo de Hayek, la democracia lleva inevitablemente a un reclamo colectivo hacia la “justicia distributiva”, cierta forma de la satisfacción de la necesidad universal. Y este reclamo colectivo, en lugar de ser entendido como una meta colectiva razonable que deberíamos ser capaces de realizar, por medio de trabajar unidos los unos con los otros en nuestras economías, se transforma, en la afiebrada mente de este aristócrata Austriaco, en el peor enemigo que debe ser aplastado y eliminado a toda costa.
En la mente de Hayek, las aspiraciones democráticas sobre satisfacer la necesidad universal tienden inevitablemente al totalitarismo, la temible y absoluta ausencia de libertad. Esto tiene muy poco sentido: así, la ausencia de la satisfacción de la necesidad universal podría decirse que es la causa última de la masiva falta de libertad en el mundo. Cuando las necesidades humanas de las personas no son satisfechas, ellas no están en la posición de hacer o realizar ninguna forma de plan de vida (ver Doyal y Gougj “Una teoría de la necesidad humana”, y el trabajo Amartya Sen y Martha Nussbaum sobre las capacidades, y el libro de Sen, “Desarrollo como libertad”). Entonces, ¿sobre qué tipo de libertad habla Hayek aquí?
La democracia como ausencia de libertad para los productores.
Hayek, y otros neoliberales, tienen la visión opuesta de Doyal, Gough, Sen y Nussbaum. Ellos ven la libertad no desde la perspectiva de personas que requieren un mínimo decente proveído por la economía con el fin de vivir una vida plena y realizar su potencial humano. Ellos ven la libertad desde la perspectiva de los productores en la economía, quienes deben ser totalmente libres de actuar sin ninguna limitación social o democrática a su margen de acción. Desde este punto de vista, la perspectiva de los productores, la democracia es la vía rápida a los objetivos “totalitarios”, donde la organización colectiva (en este caso, visto solamente como estado centralizado, el cual es en sí mismo reductor y errado, pero algo entendible dado el contexto historico del gobierno central Sovietico) interpone un riesgo existencial a la libertad de los productores para administrar lo económico.
El fundamentalismo de mercado
Hayek y sus colegas neoliberales necesitaban otra manera antidemocrática de organizar la sociedad. Ellos no querían democracia, más bien querían alguna forma de organización auto-mantenida entendida como jerarquía. Se suponía que la organización era ofrecida por el mercado, y la jerarquía por la competencia en los mercados. (Se debe notar que los neoliberales de los 50s no anticiparon que los mercados sin restricciones llevaban a la concentración en monopolios y carteles, aunque debieron predecirlo. Ellos habían desaprobado ciertamente la vasta mayoría de corporaciones que funcionan en nuestras actuales economías, incluso aunque sus políticas de mercado por encima de la democracia, predeciblemente, los habría generado)
De esta manera, el proyecto neoliberal ha sido siempre, y continúa siendo, antidemocrático en su esencia. Está diseñado para prevenir el debate y la decisión colectivas sobre cómo queremos organizar nuestras economías y nuestro trabajo. Y en los últimos cuarenta años ha sido tan exitoso que la sola idea de que podamos decidir juntos cómo trabajar y cómo contribuir a satisfacer las necesidades y el bienestar de los unos y los otros parece un distante sueño febril. Incluso cuando nunca ha estado tan cerca de nuestro alcance. ¿Quién ha estado deteniéndonos?
Capítulo 4. Los impulsores.
La industria de combustible fósil es un promotor de larga data, así como beneficiario, de la toma neoliberal de nuestras sociedades.
Seamos realistas: la sociedad Mont Pélerin, una pequeña pandilla de alto nivel de economistas y filósofos, habría tenido dificultades, por sí solos, para conquistar el mundo. Pero casi desde el comienzo, ellos tuvieron patrocinadores ricos y poderosos. La entrelazada historia de la industria fósil y la agenda económico-política del neoliberalismo comienza desde bien antes. Ya en los 50s, la industria fósil se infiltró en la enseñanza de la economía en los Estados Unidos, buscando “difundir sutilmente el mensaje de que la libertad Americana es el producto del capitalismo extractivista”.
Peor aún, el dominio de las industrias fósiles en nuestras economías no es un trágico accidente histórico, sino algo fundamental en el ADN de nuestros sistemas económicos. Como Jason Moore, Andreas Malm, Jeremy Walker y Amitav Ghosh han descrito, el saqueo global, la extracción y explotación están en la raíz de las acumulaciones masivas de beneficios que hicieron posible el capitalismo moderno. La industria fósil no es fortuita en nuestras economías, es una parte clave de su estructura. Además, la industria fósil es desde hace décadas penosamente consciente de su dependencia de un sistema económico despiadado y dominado por los productores, véase “This Changes Everything” de Naomi Klein.
Las corporaciones de la industria fósil y los billonarios que han creado, en los Estados Unidos y en Europa, estaban convencidos de dos ideas interconectadas. Primero, ellos necesitaban un tipo de capitalismo de libre mercado para seguir existiendo, libres de la interferencia del estado y el escrutinio democratico de sus operaciones. Segundo, ellos podrían ganar legitimidad a través de mantener las economías capitalistas, presentándose como el andrajoso Atlas que sostiene la brillante y exponencialmente creciente riqueza capitalista. Esta historia se cuenta con muchos más detalles y matices históricos en el épico “More heat than life” de Jeremy Walker, así como a través del extraordinario podcast Drilled, de Amy Westervelt.
En los 70s y 80s, tanto los intelectuales neoliberales como sus patrocinadores de la industria fósil han tenido bastante tiempo para enamorarse a largo plazo unos con otros. Los pensadores neoliberales daban las ideas, la industria fósil daba el dinero para divulgar esas ideas en todo el mundo.
Y ahora nosotros vivimos en el vástago monstruoso de ese matrimonio de convicción y conveniencia.
Capítulo 5. La coordinación
La organización de esta toma no es improvisada: está coordinada por think tanks, lobbies, empresas de asesoría legal y relaciones públicas. Estos, a su vez, están coordinados internacionalmente, por ejemplo, a través de Atlas Network, el cual está ligado a más de quinientos think tanks alrededor del mundo.
Neoliberalismo a punta de pistola…
El primer gran éxito del neoliberalismo fue abiertamente antidemocrático: el golpe de estado del general Pinochet, respaldado por Estados Unidos, contra el gobierno democráticamente electo de Salvador Allende fue celebrado como una oportunidad por la sociedad Mont Pélerin. Sus luminarias, desde Hayek hasta Milton Friedman, no dudaron en apresurarse a reconfigurar la sociedad Chilena a su imagen despiadada. La yuxtaposición de lo “liberal” y la brutal dictadura militar (Pinochet torturó, asesinó y desapareció decenas de miles de militantes izquierdistas, una generación entera) pudiera parecer extraño a algunos, pero tiene perfecto sentido cuando recordamos que la sola libertad que le interesa al neoliberalismo es la libertad del productor: la libertad de las corporaciones para extraer, explotar y beneficiarse. El fatal pecado democrático de Allende, por el cual pagó el precio máximo, asesinado en el Palacio de la Moneda por los hombres de Pinochet, fue el plan de nacionalizar el cobre Chileno. ¿Cómo un país podría atreverse a decidir democráticamente el control de sus propios recursos y riqueza?. La muerte, tortura y las duras politicas economicas fueron, con el apoyo estadounidense, la respuesta neoliberal de tal insolencia.
…y en las urnas.
El siguiente gran éxito de los neoliberales fue un premio mayor: cuando la británica Margaret Thatcher fue electa en 1979. Ya no era necesario imponer el neoliberalismo a punta de arma: la sociedad Mont Pélerin y sus patrocinadores industriales encontraron una manera de romper el código y dañar a las sociedades democráticas de tal forma que ahora eligieran su propia perdición en las urnas. ¿Pero ahora? Dos palabras: think tanks. Jeremy Walker lo resume en “More heat than life”:
Nunca fue probable que la insistencia de Hayek en que la democracia igualitaria traería la ruina obtuviera la aprobación generalizada de una ciudadanía democrática basándose en su reflexión sobre el corpus de publicaciones ‘científicas’ de Hayek. (…) Hayek comprendió que proteger el mecanismo de mercado de un exceso de democracia requeriría la ingeniería del consentimiento, mediante la construcción intencionada de una maquinaria política agnotológica que comercializara masivamente “propaganda empresarial”.
La tarea de poner en marcha esta maquinaria paralela de comunicación de masas (y el reclutamiento y formación de activistas neoliberales) fue asumida por el empresario inglés Anthony Fisher, un devoto de Hayek. En 1955, Fisher fundó el Instituto de Asuntos Económicos (IEA), que más tarde lanzó la revolución Thatcher desde la extrema derecha del Partido Conservador. En una carta a Fisher tras su victoria electoral de 1979, Margaret Thatcher escribió que el IEA había creado “el clima de opinión que hizo posible nuestra victoria”.
El asombroso éxito de Thatcher inspiró a Anthony Fisher a crear el Atlas Network: una federación internacional de think tanks, construido sobre el modelo de su propia Institute for Economic Affairs, que iba a fabricar “el clima de opinión” que permita la propaganda de los negocios neoliberales para conquistar tantos países como sea posible. La financiación de la red no es algo transparente, pero bastante, sino todo, proviene de las industrias extractivas, especialmente de la industria fósil. El Atlas Network tiene más de 500 afiliados en todo el mundo (usted puede aprender más y encontrar aquellos que se encuentran mas cerca de usted aqui).
Capítulo 6. El crecimiento.
Estos think tanks forman a sus cuadros internamente y los promueven en posiciones de influencia tanto en política como en comunicaciones.
Investigadores como Jeremy Walker y reporteros de DeSmog han rastreado las carreras de individuos de Atlas Network. No soy un especialista, pero en mi entendimiento el proceso va del siguiente modo. Los think tanks llevan a cabo cursos de reclutamiento (escuelas de verano, “másteres ejecutivos”,…) para identificar y formar a sus cuadros. Ellos usan métricas de desempeño relacionadas a la habilidad de comunicación y la difusión del evangelio neoliberal en la esfera pública (el número de los artículos de opinión y cartas al editor publicado, apariciones en la TV, documentos de política y materiales que se incorporan a las políticas o a los programas de formación…).
Entonces, ellos proceden a apoyar a sus reclutas más prometedores, vía puestos en los think tanks, pero también intentan ubicarlos en los medios de comunicación o partidos políticos, con el resultado de que muchas de las personas más vocales y activas en la derecha política han sido influenciados por la ideología de Atlas Network, y confían a esa red como apoyo profesional.
Capítulo 7. El mensaje
Estos think tanks replican sus contenidos y estrategias a nivel mundial. Envenenan nuestra esfera pública en formas que van desde abogar por políticas económicas neoliberales brutalmente desiguales, hasta promover la negación de la ciencia climática. También se adentran en temas divisorios de guerra cultural, sobre género (igualdad de derechos para las mujeres, y los derechos queer y trans), raza o migración.
Los temas cubiertos por los Think Tanks de Atlas Network son bastante variados, incluso a veces contradictorios, como revela una visita rápida a sus sitios web y publicaciones. Sin embargo, tienen dos temas centrales. El primero es la promoción de las políticas económicas neoliberales favorables a las empresas, disfrazadas y maquilladas para que parezcan compatibles con la democracia bajo el manto de Hayek de “la libertad de mercado como base de todas las demás libertades”. La segunda es la negación del cambio climático y el aplazamiento de las medidas climáticas.
De hecho, los think tanks de Atlas Network han sido posiblemente el mayor conducto y apoyo para promover el negacionismo climático y el aplazamiento de la acción climática.
Algunos think tanks de Atlas Network habían pasado página y se presentan como partidarios de la ciencia climática, incluso promoviendo la acción climática. Sería mejor no dejarse engañar por este cambio de opinión superficial. El objetivo principal de Atlas Network es proteger a las empresas de cualquier tipo de regulación democrática, especialmente a las empresas extractivas como las industrias fósiles, que después de todo se encuentran entre sus financiadores y patrocinadores más generosos. Incluso cuando los think tanks de Atlas Network pretendan aceptar la realidad del cambio climático, será para retrasar la acción necesaria mediante otro tipo de propaganda, como la promoción de medidas voluntarias, fantasías tecnológicas, o incluso argumentos absurdos como que los combustibles fósiles son necesarios para la humanidad y la acción climática.
Los think tanks de Atlas Network también se interesan por cualquier tema que pueda causar división social, socavar el funcionamiento democrático y atraer más adeptos a su causa. Entre ellos se incluyen los valores familiares conservadores, que eran un principio básico de la planeada organización social de Hayek junto con el fundamentalismo de mercado (véase “In the Ruins of Neoliberalism” de Wendy Brown para más detalles sobre esta aparente paradoja). También incluyen debates sobre feminismo, género y derechos de los queer, y migración. Aquí es importante señalar que los think tanks neoliberales a menudo argumentan en lados opuestos de estas cuestiones, algunos más conservadores, otros más liberales.
La constante, si la hay, será la de oponerse a la intervención del Estado por mandato democrático. Por ejemplo, en la imagen superior, vemos a la revista neoliberal suiza “Regard Libre” abogando por los derechos de la mujer (izquierda) y en contra de los derechos de los homosexuales (derecha). La consistencia no es tan difícil de encontrar: los derechos de la mujer sólo son dignos porque se argumenta que surgen junto con el capitalismo industrial, es decir, la economía dominada por el productor. Los derechos de los homosexuales se oponen porque solicitan una protección colectiva y democrática a través del reconocimiento estatal.
Este es un punto realmente importante para quienes defienden la democracia, la economía, el clima, el género, la justicia social o cualquier otro objetivo del neoliberalismo. A los comunicadores de la agenda neoliberal no les importa los valores fundamentales o la realidad sobre la que comentan. No les importa el tema específico de discusión. En absoluto. Les importa el resultado estratégico de crear la discusión en primer lugar. Este punto es especialmente difícil de entender para los izquierdistas y los científicos, ya que a ellos sí les importan los valores fundamentales y la realidad.
El objetivo estratégico de los comunicadores neoliberales es siempre doble: crear desconfianza en los procesos democráticos, en los procesos orientados o financiados públicamente, y crear la confusión suficiente para desorientar e inutilizar la toma de decisiones democrática.
De hecho, el segundo objetivo de los medios neoliberales que cubren todos los flancos de la guerra cultural, por decirlo con la cruda pero acertada expresión de Steve Bannon, es “inundar la zona de mierda”. Esto significa amplificar la cacofonía de temas divisivos, con el fin de socavar el debate colectivo razonado y compasivo y, en última instancia, destruir la capacidad de toma de decisiones democráticas razonadas.
Capítulo 8. La influencia
Un objetivo esencial de estas organizaciones es reemplazar los conocimientos de la investigación universitaria por sus propios materiales, influyendo en aquellos que influyen, teniendo como objetivo preciado a los profesores y periodistas.
La táctica de las organizaciones que niegan el cambio climático para sustituir a los expertos universitarios en la esfera pública ha sido ampliamente documentada por académicos como Naomi Oreskes y Eric Conway (véase su libro “Merchants Of Doubt”). Esto se hace mediante muchas tácticas conocidas. Por ejemplo, los think tanks elaboran informes falsos, a menudo con un formato engañoso para que parezcan informes de fuentes legítimas, como el IPCC, con el fin de confundir a los responsables políticos y a los periodistas. Se presentan como falsos expertos, aparentando conocimientos de investigación relevantes donde no los tienen. Organizan conferencias y actos fraudulentos, presionan a los editores de los medios de comunicación para que den la misma cobertura a su falsa ciencia, etcétera, etcétera.
Lo que es menos conocido es que uno de los principales objetivos de Atlas Network es sustituir los conocimientos especializados de servicio público, del tipo que se financia con fondos públicos en universidades o institutos de investigación gubernamentales, por su propia marca de desinformación favorable a las empresas. Vale la pena repetirlo: Atlas Network y sus patrocinadores corporativos, están inmersos en una guerra total contra las universidades y la generación de conocimiento y comunicación de servicio público. Citando de nuevo al gran Jeremy Walker (el énfasis es mío):
Así, el trabajo de los intelectuales libertarios (…) y de los políticos de dentro que intentan hacerse con los poderes de planificación política del Estado debe complementarse con un programa permanente de comunicación de masas para contrarrestar y minar las fuentes de los conjuntos de creencias “equivocadas” -universidades públicas, funcionarios públicos, emisoras públicas, institutos científicos públicos- y para engatusar, confundir o intimidar a la ciudadanía para que acepte su sumisión a un orden de mercado en el que todo el conocimiento, los bienes y los servicios públicos van a ser, a largo plazo, totalmente privatizados.
La guerra de Atlas Network contra la información de servicio público (definida como cualquier información procedente de fuentes no financiadas directamente por la industria) debe entenderse como una parte fundamental de su guerra contra la democracia. La democracia, el autogobierno del pueblo, es imposible sin una base sólida de información sobre la que tomar decisiones. Al socavar y sustituir a los expertos de interés público en la esfera comunicativa, las organizaciones de Atlas Network pretenden privarnos de los cimientos sobre los que se asientan los procesos democráticos de toma de decisiones: una buena comprensión de la realidad misma.
Esto no quiere decir que los académicos, los locutores del sector público o los funcionarios sean universalmente correctos o irreprochables. Pueden ser parciales y equivocarse, lo cual es normal y cabe esperar. De hecho, cada think tank de Atlas Network cuenta con algún profesor universitario ideológicamente alineado (por alguna razón normalmente economistas o filósofos) para que forme parte de su consejo asesor y enseñe en su escuela de verano o máster ejecutivo. Sin embargo, a diferencia de los vendedores de aceite de serpiente pagados por la industria de Atlas Network, los expertos del sector público son responsables en última instancia ante el público: son públicamente, de forma transparente, responsables de sus errores, debido a sus funciones en el sector público.
Estas normas de responsabilidad no se aplican a los think tanks de Atlas Network. Su objetivo es inundar la zona de escoria pro-industria, pro-riqueza y anti-democrática, sin importar la realidad, hasta que cualquier posibilidad de toma de decisiones democrática basada en la realidad sea un sueño remoto. Y en muchos lugares, en muchas comunidades, ya lo han conseguido.
Capítulo 9. La implicancia.
Para contrarrestar tales actores centralizados y coordinados, el movimiento climático (así como todos los movimientos atacados por el neoliberalismo) deben cambiar radicalmente, tanto en orientación como en estrategia.
Conocí Atlas Network el año pasado, a pesar de haber participado activamente en movimientos por la justicia social prácticamente toda mi vida, y de haber intentado comprender toda mi vida por qué seguimos perdiendo (o, como mínimo, ganando con demasiada lentitud). No puedo expresar lo profundamente inquietante que es ser una investigadora universitaria, una experta internacional en ciencias sociales del clima, y reconocer tan recientemente, tan tarde en el juego, a lo que nos enfrentamos. Creo que la concienciación y los conocimientos aportados por la investigación reciente, citados en este ensayo, debería hacernos replantear cómo nos organizamos para contrarrestarlo. No soy una estratega política ni de comunicación, así que estas son solo algunas ideas para empezar. Este es el trabajo que debemos hacer, lo antes posible, juntos.
- Necesitamos comunicar sobre contra quienes nos enfrentamos. La generación de la protesta climática necesita ser consciente de que sus sociedades han fallado en reaccionar no porque la democracia sea incompatible con la justicia climática, sino porque nuestras democracias han sido atacadas por décadas por los mismos actores que destruyen el clima. Necesitamos difundir conciencia y conocimiento de Atlas Network, sus financistas y aliados, de tal manera que nuestros movimientos entiendan contra quienes realmente nos enfrentamos.
- Necesitamos investigar y rastrear a los actores afiliados a Atlas Network (asi como otras organizaciones del dinero negro). Este es un trabajo gigantesco y, a causa de la reciente atención pública, se está empezando a seguir sus pasos, al menos en internet. Si usted es un investigador, únase a Climate Social Science Network y empiece a colaborar reuniendo tanta información como sea posible de la red en la sombra de Atlas Network. Indague en los archivos de internet, solicite los registros de financiación y los registros formales de las organizaciones, y publique sus resultados.
- Necesitamos agruparnos como movimientos pro-democracia, pro-igualdad, pro-derechos humanos, pro-justicia social. Podríamos no tener total conciencia de cada uno de estos asuntos (o incluso no estar convencidos de su validez), pero estamos enfrentados al mismo enemigo central. Al menos a nivel estratégico, necesitamos compartir información sobre sus operaciones y ser estratégicos en definir la mejor manera de contrarrestarlos.
- Necesitamos contrarrestar la conquista neoliberal de nuestro mundo no problema por problema, sino a nivel estratégico. ¿Recuerda el capítulo 7 y las dos metas de la comunicación neoliberal? Debatir con ellos sobre el contenido es una estrategia perdedora en el largo plazo. Claro que deberíamos desacreditar sobre la base de lo factual, pero debemos enfocar la mayor parte de nuestra energía en el objetivo de la desinformación, el cual es la inacción colectiva, dejar el campo libre para el control de la industria y los billonarios. Ellos intentan detener la capacidad de acción de la democracia y necesitamos confrontarlos en ese campo, es ahí donde son más débiles.
- El movimiento de activismo, protesta y desobediencia civil no puede ser victorioso en este contexto. Esta es la más difícil de escribir, porque es donde muchos de nosotros hemos centrado nuestra energía durante décadas. No niego las enormes victorias de las protestas climáticas o de Extinction Rebellion a la hora de sacar a la palestra el tema de la emergencia climática, ni los éxitos de los movimientos Black Lives Matter y de liberación palestina (los más importantes de nuestro tiempo) a la hora de plantear la exigencia intransigente de libertad, emancipación y derechos humanos universales. Pero seamos realistas: décadas después de una crisis climática acelerada, con la supremacía blanca y el genocidio palestino triunfando, estos movimientos no están ganando. Mi argumento aquí es que esto se debe a que sus objetivos y tácticas no tuvieron (y siguen sin tener) en cuenta la toma deliberada de nuestras sociedades por parte de actores neoliberales, orquestada internacionalmente por Atlas Network. Lo terrible es que no somos ciudadanos de democracias que se dirigen a sus gobiernos para reparar injusticias. Si así fuera, habríamos ganado hace mucho tiempo. Somos personas privadas de derechos, enfrentadas a gobiernos tomados por actores de la industria, que aceptan la desigualdad y el sufrimiento como parte de su ideología y modelos de negocio. Por principio, nunca van a responder a quejas legítimas, propuestas constructivas o demandas democráticas de ningún tipo. La pregunta es: ¿qué podemos hacer para tener más posibilidades de funcionar?
- Hay que usar sus propias herramientas contra ellos, pero de manera más efectiva. Por supuesto, no tenemos los niveles de financiación de la multimillonaria Atlas Network, pero tenemos muchas ventajas: la realidad está de nuestro lado, así como los valores inmensamente populares de democracia y derechos para todos. Y tenemos capacidad de investigación, así como movimientos populares reales. Una cosa que tenemos que hacer es contrarrestarlos en su propio juego: produciendo artículos de opinión, cartas a periódicos, apariciones en televisión, materiales orientados al currículo de enseñanza, etcétera, etcétera. Tenemos que inundar la zona con buen material. Esto significa hacer las cosas de otra manera: formar a activistas y académicos para que se conviertan en excelentes y prolíficos comunicadores públicos, incluyendo la comprensión de las apariciones y los discursos más atractivos para las grandes masas de indecisos. Quizás signifique llevar traje y corbata, quizás signifique hablar con los lenguajes y valores de las diferentes clases sociales, e integrarlos plenamente en nuestros movimientos. Al fin y al cabo, si un puñado de estafadores neoliberales antidemocráticos pudieron conquistar el mundo con un aspecto impecable en la televisión, imagínense lo que podríamos hacer por una agenda pro-democrática de prosperidad para todos basada en la realidad con un corte de pelo más bonito y algo de ropa planchada. Todo esto está fuera de mi zona de confort (sobre todo lo del corte de pelo y la ropa planchada), pero es esencial. Y recordar comunicarse a nivel estratégico!
- Llevar la lucha más allá de las calles. No me malinterpreten: las protestas masivas, e incluso la desobediencia civil, son absolutamente necesarias para seguir impulsando la acción. Pero tenemos que llevar nuestros objetivos y mensajes a muchos otros ámbitos, y llevar la batalla contra la influencia neoliberal a las salas de reuniones, desde las deliberaciones municipales hasta los consejos de administración de las empresas. Por supuesto, esto es más fácil de decir que de hacer, y muchos argumentarán que hemos estado haciendo precisamente eso, con los activistas climáticos interrumpiendo las reuniones de accionistas y demás. Sin embargo, no hablo sólo de perturbación: Hablo de exponer y contrarrestar la agenda neoliberal allí donde se esté imponiendo, y de crear fuerza interna para resistirla. Somos tan fuertes como nuestra organización colectiva, y tenemos que insistir en nuestra capacidad de autoorganización, basada en un análisis realista, en cada una de las instituciones de nuestras sociedades.
- Comenzar a creer en las personas de nuevo. Sencillamente, la culpa no es nuestra, sino del éxito salvaje de las tácticas organizativas de unos pocos ideólogos destructivos y ricos. El estado y la trayectoria de nuestras sociedades actuales no reflejan las aspiraciones, el potencial ni los deseos de la inmensa mayoría de nuestros congéneres. Es cierto que la revolución neoliberal hizo todo lo que pudo para remodelar la humanidad a su imagen: aislada, egoísta, competitiva a ultranza. Pero el homo-neoliberal no es y nunca ha sido lo que realmente somos. Cada vez son más las investigaciones que demuestran que los humanos somos unos de los animales más cooperativos y comunicativos. Los estudiosos indígenas nos recuerdan que las sociedades humanas que crean culturas de equidad y estabilidad a largo plazo dentro de su entorno ambiental han existido durante milenios antes del capitalismo. Graeber y Wengrow, en “Dawn of Everything”, demostraron claramente lo aptos que somos los humanos para inventar y reinventar los sistemas de gobernanza, lo capaces (incluso deseosos) que somos de acuerdos sociales democráticos y equitativos, aunque éstos siempre se vean amenazados por el acaparamiento de poder. Esto significa que la misantropía que a menudo se encuentra en la izquierda y en los círculos ecologistas es totalmente infundada y contraproducente. Es hora de proponer la visión del homo (¡o mejor, fémina!) oikologica, los seres humanos que se ocupan democráticamente unos de otros y de su entorno medioambiental (inspirándose en el concepto griego de oikos: hogar, economía y medio ambiente). Es momento de motivarnos a nosotros mismos y a nuestros congéneres humanos a creer en nuestra capacidad colectiva para cambiar las cosas, trabajar y velar por la prosperidad de los unos y los otros,y sacar de nuestra historia a los monstruos neoliberales que devoran nuestras sociedades.
- Convertir la ira y el conocimiento en revolución. Estamos tarde, tanto en lo que se refiere al triunfo de la economía neoliberal como al fascismo que la acompaña, la aceleración del irreversible cambio climático. La traición a la promesa y al potencial de nuestras sociedades es inmensa. Pero hay dos emociones que pueden dar energía incluso a los más deprimidos y derrotados: la ira y la esperanza. Nunca ha habido una razón más objetiva para la ira, al conocer estas nuevas pruebas sobre la destrucción de nuestras sociedades y nuestros mundos. Y nunca ha habido más razones objetivas para la esperanza, dadas las nuevas posibilidades de producción de energía alternativa, alejada de los combustibles fósiles, y de formas suficientes y eficientes de utilizarla. Quizás por primera vez en la historia, la prosperidad humana universal y ecológicamente segura está al alcance de la mano. Hay mucho por lo que enfadarse, y aún más por lo que luchar. Adelante.
Capítulo 10. La direccion.
La democracia, el temible enemigo del neoliberalismo, debe estar en el corazón de nuestra nueva dirección.
La mayor revelación de todo esto para mí fue que el neoliberalismo nació de un miedo fundamental a la democracia y del deseo de erradicarla. Los mercados como la organización jerárquica preferida de la sociedad eran secundarios a la necesidad de destruir la democracia. En la mente de Hayek, la democracia conduciría inmediatamente al debate y la organización colectivos, con el resultado de decisiones compartidas para realizar el potencial humano a través de la satisfacción de necesidades universales. Y para Hayek esto era inaceptable porque sería una imposición a los productores, los ricos propietarios del capital. Para Hayek, las demandas democráticas de satisfacción universal de las necesidades se traducen automáticamente en un autoritarismo estatal tiránico, en el que una burocracia sin rostro ni nombre impondría cuotas de producción y consumo, y se eliminaría todo tipo de libertad. Por supuesto, a nadie le gustan especialmente las burocracias estatales tiránicas (excepto, por supuesto, cuando resulta que mejoran y salvan tu vida a través de programas de bienestar, desde la educación a la sanidad o la vivienda, lo que ocurre con bastante frecuencia, a decir verdad). Pero Hayek se equivocaba: democracia no significa centralización y extralimitación tiránica del Estado. Al menos no automáticamente. La democracia, en el sentido fundamental del término, significa autoorganización y autodeterminación. Significa autonomía y emancipación. Significa que las personas se unen dentro de sus sociedades para mejorar sus condiciones y hacerlas más seguras. En resumen, la democracia es aquel proceso de toma de decisiones que organiza la ayuda mutua generalizada.
En lugar de las burocracias estatales centrales, sin rostro ni nombre, temidas por Hayek, podemos abogar por una democracia generalizada, en todas nuestras comunidades y economías. Parte de nuestro trabajo como ciudadanos debería consistir en organizar la vida de nuestras comunidades. En lugar de permitir que megacorporaciones anónimas y sin rostro tomen decisiones depredadoras y destructivas, deberíamos trabajar juntos y confiar los unos en los otros para elaborar mejores planes. Esto es válido para cualquier organización, pública o privada, y a cualquier escala. Disponemos de una gran variedad de estructuras y procesos democráticos a los que recurrir, desde asambleas ciudadanas hasta cooperativas de trabajadores y usuarios. Investigadores y profesionales han creado fantásticos conjuntos de herramientas que nos ayudan a comprender sus ventajas y desventajas. Deberíamos re-apropiarnos de nuestra capacidad para aprender y poner en práctica diversas formas de gobernanza democrática, aprendiendo tanto de los éxitos como de los errores. A medida que aprendamos a trabajar juntos y a crear estructuras diferentes a través de nuestra toma de decisiones, aprenderemos a amenazar a los grandes poderes neoliberales y su dominio en nuestras sociedades, incluida la captura y la corrupción de nuestros Estados.
La toma de decisiones democrática sólo puede darse bajo dos condiciones básicas. La primera es el respeto de las minorías vulnerables (de todo tipo, ya sean personas con discapacidad, indígenas, de género, laborales, migratorias, de edad, etc.) y de sus perspectivas y necesidades específicas. La segunda es el reconocimiento de la realidad científica. Este segundo significa que la toma de decisiones democrática debe ir siempre de la mano de la investigación y la información de servicio público. Esto no quiere decir que los científicos deban determinar las decisiones, sino que la investigación debe estar orientada a apoyar la deliberación y la toma de decisiones democráticas, y que los ciudadanos deben estar formados para comprender los ámbitos de validez de los resultados de la investigación. La consideración de los resultados científicos, junto con el fomento de una cultura del cuidado y el trabajo recíproco, es lo que permitirá que nuestras decisiones nos regresen a los límites planetarios, protegiendo al mismo tiempo a los más vulnerables de los daños que ya nos acechan.
Este ha sido un punto bastante técnico para terminar este ensayo y tristemente no ha sido corto, como lo prometido. Ha terminado siendo bastante largo. Espero que ayude e inspire a usted, a sus organizaciones, a virar la atención hacia los verdaderos monstruos que están quemando nuestro mundo, y cree una nueva democracia para construir sociedades mejores y más seguras.
Capítulo 11. Epílogo.
Aspectos importantes que merecen su propia atención.
Hay un puñado de cosas que no he mencionado en este ensayo y que merecen atención en relación al neoliberalismo y su influencia en nuestros sistemas políticos y económicos.
- El auge del fascismo. Los ideólogos neoliberales se alinean perfectamente con las brutales dictaduras de extrema derecha, como ejemplo, véase Pinochet. Pero también en las democracias, las políticas neoliberales contribuyen al ascenso, e incluso al triunfo, de los movimientos fascistas de extrema derecha. Como describe el gran Karl Polanyi en su épica historia económica “La Gran Transformación”, el ascenso del nazismo se vio muy favorecido por la crisis económica y la inseguridad en Alemania tras la Primera Guerra Mundial. Las políticas neoliberales tienen un efecto muy parecido: hacen más pobres a los pobres y a la clase media, por supuesto, pero también fragilizan las redes de seguridad social, que al fin y al cabo es uno de sus principales objetivos. La inseguridad económica resultante y el estrés generalizado, algo que Ajay Singh Chaudhary caracteriza como “agotamiento”, crean un terreno fértil para el crecimiento del fascismo que se basa en proponer una solución fácil a un problema falso. Los resultados son fáciles de ver, desde Europa hasta América. Incluso el ascenso de los oligarcas y de Putin en Rusia se entiende mejor como el resultado histórico lógico de las duras políticas neoliberales impuestas por Occidente tras la caída de la Unión Soviética.
- Una crítica total a la democracia limitada. Este ensayo no entra en detalles sobre las limitaciones de la democracia liberal representativa, que son bastantes. Basta con decir que algo de democracia es mejor que nada, y que los movimientos populares siempre deben maximizar el uso de los medios democráticos. Sin embargo, necesitamos prácticas democráticas más amplias y profundas en todas nuestras sociedades, y especialmente necesitamos llevar la toma de decisiones democrática a nuestras economías, a las prácticas de producción y consumo.
- El estado autoritario, desde Arabia Saudí hasta China. Los temas tratados en este ensayo son más relevantes para la historia reciente de Europa, América y partes de Asia. En otras partes del mundo, donde predomina el autoritarismo estatal, la democracia no es sólo limitada, sino inexistente. Estas enormes zonas son también algunas de las más pobladas y ricas en combustibles fósiles del mundo. Cualquier tipo de programa en favor de la igualdad humana, la democracia y la acción por el clima debe tenerlas también muy en cuenta. En cierto modo, estos países, con sus empresas estatales de combustibles fósiles, son sorprendentemente compatibles con la visión neoliberal. En el caso de las industrias fósiles estatales, en los países ricos en combustibles fósiles, a menudo es la industria la que dirige al Estado, no al revés. Estos países pueden considerarse el caso extremo de la libertad de producción: sólo para los productores más grandes y más malos. Las empresas de combustibles fósiles y sus multimillonarios oligarcas no sufren bajo el gobierno autoritario del Estado: son el Estado. Claro, la libertad de mercado y la competencia están ausentes, pero ¿es eso realmente tan diferente de la era actual del neoliberalismo, dominada por unos pocos conglomerados masivos que son los más entusiastas a capturar la política estatal y eliminar la competencia? En cualquier caso, la consideración de los Estados autoritarios debe hacerse con cuidado y precisión. Una forma segura de fragilizar el poder de estos gobiernos es reducir drásticamente la dependencia de los combustibles fósiles y el consumo innecesario, así como aumentar la producción local de energías renovables y la capacidad de fabricación y reciclaje. Por tanto, en términos de uso de recursos o mitigación climática, no hay contradicción. En términos geopolíticos, impedir que estos países impongan la dependencia de los combustibles fósiles a África, su próximo botín identificado, requerirá una solidaridad masiva con los académicos y activistas africanos.
- Transhumanismo, aceleracionismo eficaz, largoplacismo y compañía. Los billonarios tecnológicos, junto a algunos colaboradores académicos, están elaborando una nueva ideología, permitiendo su difusión en los niveles más altos del gobierno y la industria. No soy una experta: Emile Torres, Alice Crary y otras más lo son. Esta ideología promueve el desarrollo de las tecnologías de la información por encima de cualquier interés humano. En su versión más extrema, esta ideología arguye que el desarrollo tecnológico, alimentado por el crecimiento económico, justifica la completa destrucción de la tierra ya que el progreso técnico de alguna manera va a expandirse hacia el espacio. La muerte de billones de seres humanos está justificada por un futuro de prosperidad espacial tecnológica. Así, la tecnología va a venir a reemplazar a los humanos ya que de acuerdo al transhumanismo, el destino de la humanidad no es una vida próspera y estable en la tierra, sino simplemente un peldaño hacia formas técnicas de inteligencia más avanzadas. Parece una locura, y así debe ser. Ningún astrofísico o biólogo serio, ni nadie en realidad, se lo tomaría en serio. El transhumanismo y el aceleracionismo eficaz pueden entenderse como un neoliberalismo con esteroides de Silicon Valley: toda la libertad, los recursos y el margen de acción para los productores tecnológicos, ninguno para la humanidad o incluso para la vida en la tierra. Es extremadamente peligroso, y debe ser estudiado y combatido como tal.
- Colonización y reconocimiento de la organización social y del conocimiento indígenas. El surgimiento del pensamiento económico, las estructuras y las fortunas que acompañan la formación del neoliberalismo, tienen sus raíces en la dominación y la explotación coloniales. El libro de Jeremy Walker “More heat than life” hace un gran trabajo al cubrir parte de esta historia, al igual que el trabajo de Jason Moore. Además, se podría decir que los Estados del bienestar que el neoliberalismo se propuso destruir sólo fueron posibles y se construyeron sobre el despojo colonial. Las prácticas coloniales de explotación e intercambio desigual, en términos humanos, ecológicos y económicos, continúan hasta nuestros días. La cuestión de qué tipo de organización geopolítica, económica y social desharía este crimen de siglos debería ser una preocupación central de las sociedades democráticas, así como la cuestión de prevenir el ascenso de imperios depredadores y violentos, ya estén dominados por Estados Unidos, Europa, Rusia o China. Las reparaciones por la opresión colonial y la centralización de los conocimientos indígenas serán elementos centrales aquí, pero este debate también requiere un tratamiento mucho más amplio.
- Planes de acción específicos para el clima, la biodiversidad, la igualdad y prosperidad. Como este texto se ha dedicado a trazar la historia de la oposición, no se ha dedicado mucho tiempo al mundo práctico por el cual debemos trabajar. En resumen, ahora disponemos de tecnologías que nos permitirían vivir bien dentro de los límites planetarios, pero sólo si invertimos nuestro trabajo en las formas más eficientes de utilizar los recursos (aislamiento térmico en las viviendas, electrodomésticos eficientes, transporte público y uso de bicicletas, dietas vegetarianas, etc.) y niveles de consumo suficientes. Suficiencia significa no tener privaciones, pero tampoco grandes excesos. Si orientamos nuestras economías y sociedades hacia esta dirección, podríamos alcanzar fácilmente, en un par de décadas o incluso menos, la prosperidad y, sí, la libertad, para todos, dentro de los límites planetarios, haciendo realidad lo que George Monbiot ha llamado “frugalidad privada y lujo público”. Podríamos tener espacios vitales hermosos, exuberantes y seguros, menos horas de trabajo, más tiempo para la familia, los amigos y el cuidado de la comunidad, con mayor autonomía y emancipación. Esto es posible, y sin duda merece la pena trabajar por ello.
Ideas para reflexionar: Un comentario de Ben Kenward
Usted aboga por “formar activistas y académicos para ser excelentes y prolíficos comunicadores públicos, incluyendo la comprensión de las apariencias y los discursos más atractivos para las grandes masas de indecisos”. Estoy complementamente de acuerdo, pero creo que el estilo izquierdista de parte de su retórica (por ejemplo, las repetidas apelaciones a la “justicia social”) va fuerte y directamente contra ese objetivo.
La fabricación del consenso que usted elocuentemente describe ha sido tan efectiva que la izquierda radical ha sido, con respecto a los plazos pertinentes, permanentemente desacreditada en las mentes de la mayoría de ciudadanos (véase por ejemplo el resultado en las recientes elecciones europeas). Simplemente no podemos crear el movimiento, que usted y yo apreciamos necesario, usando esa retórica.
Esto sería un lloriqueo inutil sin una propuesta de solución. Sugiero que, en lugar de la vieja retórica izquierdista contra la elite humana, utilicemos la retórica contra lo no-humano. La gente busca en el lugar equivocado entidades inteligentes no humanas con objetivos antihumanos. Es una idea que la gente asocia a la IA del futuro o a los extraterrestres, pero de hecho ya tenemos exactamente esas cosas: son las corporaciones. Véase este artículo y por ejemplo esta conferencia del experto en IA Stuart Russell en la que habla de las corporaciones que funcionan como máquinas y utiliza la frase “las corporaciones de combustibles fósiles han superado a la raza humana.”
Esto es una retórica izquierdista no tradicional que puede sin embargo alcanzar la mayoría de los objetivos del movimiento de justicia social por medio de crear una amplia solidaridad humana. Por favor, considere tomar esta retorica — — — — -Ben Kenward.
Principales referencias (utilizadas a lo largo del artículo)
Wendy Brown (2019). In the ruins of neoliberalism: The rise of antidemocratic politics in the West. Columbia University Press.
Jeremy Walker. “More Heat than Life: The Tangled Roots of Ecology, Energy, and Economics”. 2020. Springer. https://link.springer.com/book/10.1007/978-981-15-3936-7
Amy Westervelt’s Drilled Podcast https://drilled.media/podcasts/drilled
George Monbiot and Peter Hutchison (2024) “The Invisible Doctrine”
No he leído los siguientes textos pero Céline Keller me advierte que debería:
Quinn Slobodian (2018). Globalists: The end of empire and the birth of neoliberalism. Harvard University Press. https://www.degruyter.com/document/doi/10.4159/9780674919808/html
Quinn Slobodian (2023). Crack-up capitalism: Market radicals and the dream of a world without democracy. Random House. https://us.macmillan.com/books/9781250753892/crackupcapitalism